55. Ahamkara. Egocentrismo. Cuando he asumido una forma, el
centro de toda actividad soy yo y lo mío. Todo me resulta autorreferente,
he sido atrapado por mi ego. No logro reconocerme en la totalidad, soy una
parte solitaria proyectada hacia una identidad que sé que no soy en este
momento, pero que haré todo lo posible por llegar a ser mañana. Estoy lo
suficientemente próximo a la Conciencia Cósmica como para perder esa
identidad, y la identidad esa se irrita devolviéndome a las vibraciones
más bajas. Cola de serpiente del casillero Ira (3), la irritación me devuelve
a los niveles más bajos.
56. Omkar. Plano de las vibraciones
perfectas. Dicen
que el sonido OM es la forma más sutil bajo la cual existe la energía.
Dicen que al principio está el sonido. Lo que yo sé es que cuando repito
ese sonido, abandono la trampa de los deseos, veo con más calma la vida.
Necesito simplificarme la existencia.
57. Vayu-loka. Plano gaseoso. El gas es puro movimiento, sin
peso, ni medida, ni forma. Un líquido todavía tiene la forma del vaso que
lo contiene. Así, cuando llegue aquí, dejé de estar limitado. Por un
momento, he ganado la libertad de acción: tampoco yo tengo peso, ni masa,
ni forma. Eso es lo que significa ser etéreo.
58. Teja-loka. Plano de radiación. Radiar es emitir luz. La radiación
comienza cuando el movimiento interior es tan rápido que ya no puede ser
contenido por la materia. Si elevo mis vibraciones al máximo, podría
explotar en una radiante llama.
59. Satya-loka. Plano de la realidad. Aquí me convierto en lo Real que
soy. Aquí me realizo. El Lilah es un proceso para descubrir mi realidad.
Ya no hay ningún obstáculo en el fluir de mi energía. Equilibrado con las
fuerzas del cosmos, fluyo descansando como una gota de agua en el océano.
60. Subudhi. Intelecto positivo/ positividad.
Conciencia sin dualidad.
Mientras permanezca metido aquí, en el cuerpo, tendré que discriminar,
distinguir y evaluar. Pero estos juicios ya no los refiero al mundo
exterior, sino a mi propia realidad interior, de este modo mi vibración es
cada día más positiva. El mundo me sonríe en respuesta: hoy creo…
61. Durbuddhi. Intelecto negativo. Cuando mi intelecto evaluador
continúa autorreferido, no puedo evitar los juicios negativos, negando así
esa particular manifestación de lo único. Me cierro esa posibilidad, dudo
que lo divino esté también ahí… Al final de este camino nada ni nadie es
bueno: todas mis energías se consumen tratando de negar a Dios. Cola de serpiente de Nulidad (13), allá vuelvo derecho mientras mis juicios
negativos me anulen.
62. Sukh. Felicidad. Describir este sentimiento
que está más allá de la alegría es imposible. Es una experiencia tan
intensa que puede anonadar al jugador haciéndole creer que ya llegó a su
meta. Por eso, ahí delante está la oscuridad… pero mientras, mis fenómenos
psíquicos están equilibrados en la vibración inefable de la Felicidad.
63. Tamas. Oscuridad. Ausencia
de luz. Si la luz es conocimiento, la oscuridad es ignorancia. Los Karmas
son inevitables en el tablero, tratar de evitarlos es un Karma más. No
puedo ver la unidad que hay entre las amarras y la liberación. Cola de
serpiente de Ilusión (2), que me lleva de vuelta a recorrer el Lilah hacia
la luz.